En Barcelona no es necesario despegar la vista del suelo para contemplar arte. El pavimento de la mayoría de las calles – sobre todo en la zona del Eixample – está vestido con baldosas que dibujan una flor de cuatro pétalos. Pasa desapercibida, pero el panot de Barcelona es uno de los símbolos más representativos de la ciudad.
La versión más extendida atribuye su diseño a Josep Puig i Cadafalch, arquitecto de la famosa Casa Amatller – una de las tres grandes casas que forman la “Manzana de la Discordia” de Paseo de Gràcia-. El suelo de la entrada de esta mansión modernista representa la flor de un almendro, en alusión al apellido de la familia. Ametller significa almendro en castellano.
Aunque este modelo de Cadafalch es casi idéntico al panot de la flor, las baldosas de las calles están firmadas por Escofet & Cía – la empresa que ganó el concurso de pavimentos del ayuntamiento en 1916-.
También existen otros diseños. La loseta hexagonal con dibujos de pulpos, caracolas marinas y estrellas de mar es obra de Antoni Gaudí y únicamente se puede encontrar en Paseo de Gracia. Casualmente, este modelo fue originalmente planteado para la Casa Batlló, otra de las joyas de la “Manzana de la Discordia”.
Si quieres un recuerdo del panot de Barcelona, podrás encontrarlo en llaveros, imanes, bolsos y otros muchos souvenirs.